Te desventajaba tu propia felicidad
envuelta en falsedad,
usándote para expandirse
a las narices de ciegos esqueletos
sin palabras ni intuición.
Su aparición fue tu muerte
Tus besos fueron esclavos
y tus ojos en prisión
no encontraron camino
para alejarte de su ilusión.
Ya que fuerte fue su puño
al agarrarte de la mano,
creiste en su cerebro
que ya andaba carcomido
desenfrenado y acechando
a perros sin sentidos.
Sacudones solo te daba
siempre el mismo plato
del cual no hace falta la bebida
sobran los vasos, quedan en ruinas...
Promulgaba ardor en tu cama
que el agua no apaga;
Fría su carne alineada
en la mesa de la suite,
más ella siempre traía
el pan divino de la agonía
Que a vos te congelaba
envuelta en falsedad,
usándote para expandirse
a las narices de ciegos esqueletos
sin palabras ni intuición.
Su aparición fue tu muerte
Tus besos fueron esclavos
y tus ojos en prisión
no encontraron camino
para alejarte de su ilusión.
Ya que fuerte fue su puño
al agarrarte de la mano,
creiste en su cerebro
que ya andaba carcomido
desenfrenado y acechando
a perros sin sentidos.
Sacudones solo te daba
siempre el mismo plato
del cual no hace falta la bebida
sobran los vasos, quedan en ruinas...
Promulgaba ardor en tu cama
que el agua no apaga;
Fría su carne alineada
en la mesa de la suite,
más ella siempre traía
el pan divino de la agonía
Que a vos te congelaba
Y te dejaba en guerra fría.
¿Cuánto más?
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