
Los frutos amargos que florecen en el destino de nuestra inmensidad de ser humanos,
Picantes sabores que no estamos acostumbrados a tragar
Cuando vas por la ruta, el cielo despejado y de pronto te sorprende
La tormenta desoladora... y no tenés donde aguardar.
Y uno se tiene que mojar, porque no hay techo al alcance ni nadie que lo construya al instante
Y debés aguantar, seguir en pie, contra su furia, viento y lluvia
Hasta el momento de su desaparición.
Es el mal sabor que nos toca de tan cerca, y no estamos preparados.
Y la copa aquella llena, de pronto evaporó
Ya que nadie en el destino la disfrutó.
Clavijas en el punto exacto donde explota tu corazón
Son sacudidas eléctricas que van alarmando cada noche tu colchón
Meditando en lágrimas porque el cielo esta vez te abandonó...
No hay hombro donde quepa tu dolor
Ni hay brazo que te arrope de amor,
Tan solo nos vamos haciendo humanos, humanos...
Solitariamente con devoción a nuestra mente.
Y desde mi lejano lecho y desde la perplejidad de mi alma
Te ofrezco mi silencio como también mi corazón para cuidarte en la calma,
Te ofrezco mi consciencia y mis manos para que sean los pañuelos que sequen tus lágrimas,
Te ofrezco mi tiempo mudo para que hablemos con la mirada
Y que podamos sentir nada más que con nuestro Ser
Lo que la vida hoy te regala quebrada.
Yo se que no hay remedio para tanto desconsuelo eterno,
Yo se que se te parte en dos el universo,
Yo se que ya las canciones son de tinte gris
Y que hasta el cielo se ve perverso...
Pero aún puedes contemplar tu vida en cada instante que sonrías
Y te permitas descubrir lo que hay atrás de las vías del perdón,
Puedes aprender que solo el tiempo cura el amargo dolor
Y siempre aparece alguna nueva y pequeña ilusión...
Que te de aliento y te de coraje
Que te abrigue y te amamante
Que te ayude y te proteja
Que te mime y te comprenda...
Que te oiga en tu silencio
Como un ángel, como un cuento de los sueños.
Picantes sabores que no estamos acostumbrados a tragar
Cuando vas por la ruta, el cielo despejado y de pronto te sorprende
La tormenta desoladora... y no tenés donde aguardar.
Y uno se tiene que mojar, porque no hay techo al alcance ni nadie que lo construya al instante
Y debés aguantar, seguir en pie, contra su furia, viento y lluvia
Hasta el momento de su desaparición.
Es el mal sabor que nos toca de tan cerca, y no estamos preparados.
Y la copa aquella llena, de pronto evaporó
Ya que nadie en el destino la disfrutó.
Clavijas en el punto exacto donde explota tu corazón
Son sacudidas eléctricas que van alarmando cada noche tu colchón
Meditando en lágrimas porque el cielo esta vez te abandonó...
No hay hombro donde quepa tu dolor
Ni hay brazo que te arrope de amor,
Tan solo nos vamos haciendo humanos, humanos...
Solitariamente con devoción a nuestra mente.
Y desde mi lejano lecho y desde la perplejidad de mi alma
Te ofrezco mi silencio como también mi corazón para cuidarte en la calma,
Te ofrezco mi consciencia y mis manos para que sean los pañuelos que sequen tus lágrimas,
Te ofrezco mi tiempo mudo para que hablemos con la mirada
Y que podamos sentir nada más que con nuestro Ser
Lo que la vida hoy te regala quebrada.
Yo se que no hay remedio para tanto desconsuelo eterno,
Yo se que se te parte en dos el universo,
Yo se que ya las canciones son de tinte gris
Y que hasta el cielo se ve perverso...
Pero aún puedes contemplar tu vida en cada instante que sonrías
Y te permitas descubrir lo que hay atrás de las vías del perdón,
Puedes aprender que solo el tiempo cura el amargo dolor
Y siempre aparece alguna nueva y pequeña ilusión...
Que te de aliento y te de coraje
Que te abrigue y te amamante
Que te ayude y te proteja
Que te mime y te comprenda...
Que te oiga en tu silencio
Como un ángel, como un cuento de los sueños.
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