Supe contestarle a las voces que entumecían mi cabeza
mi paladar revoltoso buscó placer en las respuestas que fueron certeras,
solo fueron años, de sangre dulce vaciando mis ojos...
Exitoso resultó ser tu pensamiento motivando pequeñas estrellas fugaces
que habitan en lo incierto.
Y mi colmena de dudas se tiñó de tu tinte y brindó vigorosa.
Ya no soy estrella, ahora soy el universo mismo
encajonada y encajando centímetro a centímetro en tu mundo
en lo que ves y en lo que veo, en lo que siento y en lo que deseo.
Permitiendo adentrarme en tu calamitoso hogar de entrañas fogosas
que disfrutan del juego perverso y la tentación coital del diablo,
quien no peca por pecar, en lo más gustoso de este rancho sin igual.
Llamas por encender a un instante el jugo de los dioses
que bebemos desde nuestro manantial labial
dejando secos tantos vestidos después de haberse mojado al danzar.
Es el común deseo que compartimos, en mi universo y en el tuyo.
Y mis voces fuiste apagando...
Relámpagos del infierno aun salían acabando con el día.
De pronto, destellos de sonrisas
y la mirada tenue, ingenua, sabrosa y pilla.
mi paladar revoltoso buscó placer en las respuestas que fueron certeras,
solo fueron años, de sangre dulce vaciando mis ojos...
Exitoso resultó ser tu pensamiento motivando pequeñas estrellas fugaces
que habitan en lo incierto.
Y mi colmena de dudas se tiñó de tu tinte y brindó vigorosa.
Ya no soy estrella, ahora soy el universo mismo
encajonada y encajando centímetro a centímetro en tu mundo
en lo que ves y en lo que veo, en lo que siento y en lo que deseo.
Permitiendo adentrarme en tu calamitoso hogar de entrañas fogosas
que disfrutan del juego perverso y la tentación coital del diablo,
quien no peca por pecar, en lo más gustoso de este rancho sin igual.
Llamas por encender a un instante el jugo de los dioses
que bebemos desde nuestro manantial labial
dejando secos tantos vestidos después de haberse mojado al danzar.
Es el común deseo que compartimos, en mi universo y en el tuyo.
Y mis voces fuiste apagando...
Relámpagos del infierno aun salían acabando con el día.
De pronto, destellos de sonrisas
y la mirada tenue, ingenua, sabrosa y pilla.
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