
Velitas de colores danzan destellos alumbrando tus calvarios incómodos, y vos no observas sus gotitas de luz...
Encerrados se ahogan tus ojos en los besos que soñás. Pero esos encantos han quedado atrás...
Muchas veces, sobretodo las noches de luna, es intermitente el amor tal cual las velas que no ves. Las uñas negras sabrosonas y picantes por demás cortaron la raíz de tus frutos. El tallo quebró.
Sus garras tajearon, sin dejar rastros, las hojas del amor.
La suavidad es intransferible en su ardiente corazón, ahora las escamas hechas vigas regocijan en sus manos la pasión.
Quedaste atolondrado antes esas uñas negras que engañaron con su aroma tu ilusa ilusión y cada pequeño percance sucumbía en el más calamitoso terror, en el cual ahogabas tus penas, dabas de comer así al dolor entre océanos de lágrimas y torturas del corazón.
No busques consuelos bohemios, ya no, pues más intenso será el futuro dolor.
No valen las trampas al sufrimiento, pues él siempre cobra de más y aún más al quererlo engañar.
No se puede contra su voluntad.
No se deja esquivar. Otra no queda que rendir tributo a su dolor.
Esperarás mil y una veladas hasta calmar tu alma quebrada,
llorarás dos mil y mil penas por el amor en madrugada,
tu cuerpo se inmovilizará entre cada paso en medio de la nada,
te refugiarás en aromas ajenos que darán (más) nostalgia,
revolverás tu cabeza, entre besos y penas, y caricias sin magia.
Renunciarás a las sonrisas esbeltas que te quieran regalar,
acabarás por contar bellas perlas a orillas del mar,
tus manos perderán la sensibilidad con la que acostumbrabas a adorar,
tus ojos no verán el consuelo durante una larga eternidad,
Más no hay herida que dure tan poco cuando uno supo amar...
Encerrados se ahogan tus ojos en los besos que soñás. Pero esos encantos han quedado atrás...
Muchas veces, sobretodo las noches de luna, es intermitente el amor tal cual las velas que no ves. Las uñas negras sabrosonas y picantes por demás cortaron la raíz de tus frutos. El tallo quebró.
Sus garras tajearon, sin dejar rastros, las hojas del amor.
La suavidad es intransferible en su ardiente corazón, ahora las escamas hechas vigas regocijan en sus manos la pasión.
Quedaste atolondrado antes esas uñas negras que engañaron con su aroma tu ilusa ilusión y cada pequeño percance sucumbía en el más calamitoso terror, en el cual ahogabas tus penas, dabas de comer así al dolor entre océanos de lágrimas y torturas del corazón.
No busques consuelos bohemios, ya no, pues más intenso será el futuro dolor.
No valen las trampas al sufrimiento, pues él siempre cobra de más y aún más al quererlo engañar.
No se puede contra su voluntad.
No se deja esquivar. Otra no queda que rendir tributo a su dolor.
Esperarás mil y una veladas hasta calmar tu alma quebrada,
llorarás dos mil y mil penas por el amor en madrugada,
tu cuerpo se inmovilizará entre cada paso en medio de la nada,
te refugiarás en aromas ajenos que darán (más) nostalgia,
revolverás tu cabeza, entre besos y penas, y caricias sin magia.
Renunciarás a las sonrisas esbeltas que te quieran regalar,
acabarás por contar bellas perlas a orillas del mar,
tus manos perderán la sensibilidad con la que acostumbrabas a adorar,
tus ojos no verán el consuelo durante una larga eternidad,
Más no hay herida que dure tan poco cuando uno supo amar...
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